Amy era aquella chica americana, sí, la típica de las películas. Era rubia, los ojos azules resplandecían en su cara, como sí de una estrella en un cielo oscuro se tratase. Los labios carnosos y rojos, se definían en su cara y cuando se reía, dejaba que una tímida sonrisa se asomase y alegrase a cualquier persona que pasase a su lado. ¿Os digo su afición número uno? Era sonreír. Desde que se levantaba hasta que se acostaba una sonrisa florecía en su rostro, pocas veces veríais a Amy triste. Nunca. Hasta que conoció a Paul… Es increíble, lo que una persona puede cambiar tu estado de ánimo. Lo peor de todo, es que hay mucha gente pasando por la misma situación. Gente a la que el amor, no le sonríe, pero nunca sabemos lo que nos deparará el destino.
Me ha gustado bastante esta entrada y tu blog en general :) ¡Sigue así!
ResponderEliminar(me alegro de haber encontrado tu blog por casualidad)
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¡Cuídate!